En la sala de estar de un apartamento tres amigos se han reunido para disfrutar de un apasionante partido de fútbol. La televisión proyecta el partido a punto de concluir y con empate en el marcador. En juego la final de la copa.
Sobre la mesa de centro aguardan algunas cervezas aún por abrir al lado de un generoso bol rebosante de palomitas de maíz, y de algunos platillos con aceitunas rellenas, tacos de queso y otras delicias.
Los tres amigos ocupan el sofá frente al televisor. A un lado, un matemático, cuya apariencia algo desaliñada contrasta con la agudeza que denotan sus gafas. Al otro extremo, un abogado, impecablemente vestido y con un aura de sofisticación que lo distingue, exuda confianza y determinación en cada lance del juego.
El anfitrión de la velada, un juez de semblante sereno y calmado ataviado para la ocasión con una cómoda bata a cuadros, está sentado en el medio. Su expresión imperturbable apenas refleja la intensidad del encuentro mientras observa con detenimiento una jugada polémica en la que el balón parece haber cruzado la línea de gol justo antes de que el portero lo haya despejado con habilidad.
La intensidad del momento se palpa en el terreno del juego donde los jugadores de ambos equipos rodean al árbitro mientras éste atiende en su pinganillo las indicaciones del VAR.
Entre tanto se mantiene la incertidumbre los amigos dan su impresión.
Matemático:
Con sarcástica precisión, argumenta que la pelota, al cruzar la línea de gol, desencadenó una serie de eventos geométricos irreversibles, demostrando así su incuestionable entrada al territorio del gol.
“Consideremos la trayectoria del balón como una función paramétrica en el plano cartesiano, definida por las ecuaciones de movimiento bajo la influencia de la gravedad. Dicha trayectoria puede ser modelada por una parábola, cuyos coeficientes son determinados por las condiciones iniciales y las fuerzas externas. Al observar el momento en que el balón cruza la línea de gol, podemos establecer un conjunto de coordenadas que describen su posición en el espacio-tiempo del campo de juego. Este evento, representado por una elipsis en el plano xy, demuestra la consecución del objetivo futbolístico. Aplicando los principios de la gravedad cuántica al análisis de la situación, podemos concluir que, desde un punto de vista matemático y físico, el balón efectivamente sobrepasó la línea de gol en el instante señalado. Cualquier intento de refutar esta realidad es simplemente una negación de las leyes fundamentales que gobiernan el universo”.
Abogado:
El abogado se levanta, se acerca a la pantalla y ayudándose con gestos hace alarde de su destreza en la argumentación jurídica, proclamando que, según el código futbolístico, el balón debe sobrepasar íntegramente la línea de gol.
“Apreciado amigo … no estoy de acuerdo con tus observaciones. Resulta evidente que el balón ha franqueado la línea de meta, penetrando en el área de conflicto. Sin embargo, la heroica actuación del portero ha frustrado la concreción del gol de manera inequívoca. Siendo así se hace necesario invocar el principio de «actus interruptus«, donde la intervención del guardameta ha detenido el curso natural del balón hacia la red, impidiendo su total entrada en el arco. Llegados a este punto la interpretación de este suceso debe superar el mero análisis físico para adentrarse en el ámbito de la interpretación jurídica. ¡In claris non fit interpretatio! La trayectoria del balón y la acción del portero están claras. Sin embargo, «accessorium sequitur principale«, que implica que la actuación del portero se enmarca dentro de la acción principal del juego, que es evitar que el balón entre en la portería. Siguiendo el principio de «in dubio pro reo«, ante la incertidumbre sobre si el balón ha atravesado completamente la línea de gol, se debe favorecer al equipo que defiende. Por lo tanto, en este contexto se determina que el gol no puede considerarse como un hecho consumado».
Juez:
Con calma y serenidad hace una pausa , se lleva unas cuantas palomitas a la boca, mastica y al cabo deja escapar un suspiro:
En el campo del fútbol, al igual que en la sala de un tribunal, la verdad es a veces elusiva. Cada uno de nosotros lleva consigo su propia interpretación de los hechos, influenciada por nuestra experiencia, nuestros prejuicios y nuestra percepción del mundo que nos rodea. Y así como la justicia no siempre es sinónimo de verdad, el juez, como el árbitro, no siempre es infalible en su juicio.
En ese momento la pantalla de televisión muestra la repetición de la jugada polémica una y otra vez, pero ninguna cantidad de análisis matemático ni argumentación legal puede alterar el hecho de que en muchas ocasiones las decisiones son un mero producto de la subjetividad.