M
Desayuno con un abogado

Tertulias de café / Relatos /

Fabulando en la oscuridad

Con ocasión de un apagón de luz a mitad de un juicio tuve una ocurrencia y de esta surgió esta fábula.

La protagonista de esta fábula judicial, una mujer de belleza resplandeciente y una sensualidad que parecía exhibir en cada gesto, se encontraba en el banquillo de los acusados. Frente a ella, un juez de estampa imponente, con una mirada tan penetrante que parecía capaz de desnudar las almas, presidía la sala con una autoridad indiscutible.

El fiscal, cual peón audaz en el tablero de ajedrez, comenzó a desplegar sus pruebas con la meticulosidad de quien conoce cada recoveco del tablero. Por su parte, el abogado defensor refutó cada argumento en contra con destreza.

De súbito, la luz, esa fiel aliada de la razón, se apagó sumiendo la sala en una oscuridad densa como la misma tinta. Murmullos y exclamaciones tejieron un tapiz de incertidumbre en el fondo de la sala, pero nadie osó moverse, y todos aguardaron durante varios minutos el regreso de la luz.

Cuando esto ocurrió un silencio sepulcral se apoderó de la sala. La acusada había ocupado el lugar del juez, y éste se encontraba en el banquillo.  Entonces, tan pronto empezaron a manifestarse los primeros murmullos entre el público, la hermosa acusada rompió el silencio.

Con una voz que parecía acariciar los sentidos, comenzó a narrar su historia. Habló de sus luchas internas, de cómo la desesperación la había conducido por caminos oscuros y peligrosos. Sus palabras, cargadas de encanto y emotividad, resonaron en la sala como una melodía dejando a todos en un estado de fascinación.

El juez, ahora en el papel de acusado, escuchó cada palabra como si fueran versos de un poema. Cuando la mujer terminó de hablar, él se levantó y volvió a su lugar. “He escuchado tu historia”, dijo, “y aunque no justifica tus acciones, me ha hecho ver las cosas desde una perspectiva diferente”.

Esta fábula nos insta a reconsiderar nuestras propias creencias y prejuicios, a reconocer que la verdad no siempre es absoluta y que, en ocasiones, la justicia se ve matizada por la subjetividad de nuestras experiencias. La sabiduría reside no solo en adherirnos a nuestras convicciones, sino también en estar dispuestos a mirar a través de los ojos de los demás.

 

121 visitas
Deja un comentario o Comparte una anécdota

Tertulias de café

Más relatos

error: Contenido con Copyright