Ha transcurrido medio hora desde que le diera el turno de la palabra. El juez observa al abogado hablar con locuacidad, pero su mente empieza a divagar en medio del flujo incesante de palabras. Su expresión seria y concentrada oculta el desafío interno que enfrenta. A medida que el abogado continúa hablando, la mente del juez empieza a dispersarse en pensamientos varios.
Los sublímites en el seguro de responsabilidad civil. La falacia del “condiciona y aminora”
A propósito de la polémica reabierta por la sentencia del TS (Civil) de 5 de...


