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Desayuno con un abogado

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Freud, los abogados y la redención de la mentira

El proceso judicial es un escenario propicio para las mentiras y diciéndolo no estoy descubriendo nada que no esté instalado en el imaginario del común de la gente. En los procedimientos judiciales, donde invariablemente encontramos a los abogados enzarzados entre sí en un duelo, la verdad no puede ser defendida por ambos al mismo tiempo. Siguiendo una lógica reduccionista, esto implicaría afirmar que la mitad de estos son unos mentirosos consumados. Y en medida en que un abogado puede estar en lo cierto en un caso y completamente equivocado en otro, la misma lógica nos llevaría a la ineludible conclusión de que todos, sin excepción, son embusteros: unos en una ocasión y otros en otra.

Los abogados mienten

El hecho de que el ciudadano tenga esta percepción de los abogados probablemente se deba a que al poner sus intereses en manos de éstos lo hace con la convicción de que solo hay una verdad y que esta está de su lado. Sin embargo, esta manera de pensar pasa por alto el hecho de que «cada uno habla de la feria según le va en ella«, que la verdad es un prisma con múltiples facetas y que en un juicio cada abogado defiende la verdad desde aquel por donde la percibe su cliente.

Poned dos pintores ante el mismo paisaje, el uno al lado del otro, cada cual con su caballete; volved al cabo de una hora a mirar lo que cada uno ha trazado sobre el lienzo. Veréis dos paisajes tan absolutamente diferentes, que parecerá imposible que el modelo de ambos fuera el mismo. ¿Diréis por eso que uno de los dos ha trascendido la verdad? (Piero Calamandrei).

Sucede también que en ocasiones el abogado involucra en su defensa estrategias deliberadamente guiadas a distorsionar la verdad recurriendo a tretas de variada índole:

Omisión de información relevante, como cuando se omiten ciertos hechos o pruebas que podrían decantar la sentencia en favor de la otra parte. Imaginemos un caso en el que un abogado defensor esté representando a un cliente acusado de robo en un juicio. Durante el interrogatorio al testigo principal dirige preguntas específicas para destacar la versión de los hechos que respaldan la inocencia de su cliente. Sin embargo, el abogado omite cuidadosamente mencionar detalles que podrían contradecir esa versión. En este ejemplo, está cometiendo una mentira por omisión al seleccionar intencionadamente qué información presentar y qué información dejar fuera.

Presentar información desactualizada o errónea, que es lo que ocurre cuando se presentan documentos o pruebas en un intento de engañar al tribunal o al jurado.

Manipulación de testimonios, como hacer preguntas a los testigos de manera que induzcan respuestas que favorezcan su argumento. Imaginemos este caso en el que un abogado defensor esté representando a un acusado de robo en un juicio. Durante el interrogatorio a un testigo presencial le hace la siguiente pregunta: «¿No es cierto que vio claramente al acusado sosteniendo el objeto robado en sus manos mientras escapaba del lugar?». El testigo, que en realidad no estaba seguro de haber visto claramente al acusado sosteniendo el objeto robado, se siente presionado por la formulación de la pregunta y responde: «Sí, vi al acusado sosteniendo el objeto en sus manos mientras huía». En este ejemplo, el abogado defensor ha presentado una pregunta sugestiva y engañosa que lleva al testigo a proporcionar una respuesta que exagera la claridad de la observación. Aunque el letrado no está directamente mintiendo, está manipulando la situación para obtener una respuesta que respalde su argumento.

Crear argumentos basados en suposiciones, como al presentar argumentos que se basan en suposiciones no fundamentadas o en información que no ha sido verificada de manera adecuada. Pongamos el caso de un abogado que está defendiendo a un cliente acusado de vandalismo en una tienda. Durante su argumento de apertura, el abogado dice: «Seguramente mi cliente no tuvo la intención de dañar la propiedad. Puede que simplemente tropezara y sin querer derribara los estantes, causando el daño involuntariamente». Aquí el abogado está presentando una suposición no respaldada como un argumento para defender a su cliente. No tiene pruebas concretas de que tropezara y causara el daño accidentalmente; está especulando sobre una posible explicación alternativa para los hechos. Al presentar esta suposición como parte de su argumento, está tratando de sembrar dudas en la mente del tribunal sugiriendo que podría haber una explicación inocente para el incidente. Aunque no está proporcionando información falsa directa, está basando su argumento en una suposición que no está respaldada por evidencia.

Falsificación de pruebas, aunque es raro y altamente inapropiado, existe la posibilidad de que un abogado pueda fabricar pruebas o documentos falsos para respaldar su caso.

Manipulación emocional, como cuando se apela a las emociones del jurado o el tribunal de manera exagerada, utilizando tácticas melodramáticas para influir en la decisión. Supongamos que un abogado está defendiendo a un cliente acusado de haber causado un accidente automovilístico en el que falleció una persona. Durante su argumento de cierre, el abogado se dirige al jurado y dice: «Imaginen por un momento a la víctima, un ser querido, un padre que nunca más regresará a su hogar. ¿Cómo pueden permitir que un accidente arruine la vida de mi cliente, que también tiene una familia que depende de él?» En este ejemplo, se está utilizando la manipulación emocional para evocar la empatía y la simpatía hacia su cliente. Aunque el abogado sabe que el accidente fue causado por la negligencia de su cliente, está tratando de crear una conexión emocional al presentar la situación de una manera que exagera las consecuencias emocionales y personales. Si bien no está proporcionando información falsa en términos de hechos específicos, está manipulando las emociones del jurado o del tribunal para influir en su toma de decisiones. En este caso, la mentira no es una afirmación directa falsa, sino más bien una manipulación de la percepción a través de la explotación de las emociones y simpatías.

Exageración de pruebas, cuando se sobredimensiona la importancia o el alcance de una prueba presentada para hacerla parecer más contundente de lo que realmente es. Por ejemplo, el abogado presenta el testimonio de un testigo y hace parecer que su declaración es más concluyente de lo que realmente es. Durante el interrogatorio a un testigo le hace la siguiente pregunta: «¿No es cierto que el accidente fue tan devastador que dejó a mi cliente en un estado casi irreconocible y que tuvo que ser llevado de urgencia al hospital en una ambulancia?». El testigo, que estaba presente en el lugar del accidente, responde: «Sí, el accidente fue impactante y mi impresión fue que las lesiones eran graves».

La mentira como defensa y estrategia desde la mirada de Freud.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, exploró las motivaciones ocultas detrás del comportamiento humano, incluyendo la mentira. Desde la perspectiva de su obra, esto es, dejando al margen las aportaciones de la psicología cognitiva o de la teoría de la comunicación, las mentiras de los abogados podrían ser interpretadas como manifestación de unos mecanismos de defensa y de estrategias psicológicas.

Sucede que los letrados a menudo actuamos bajo la excesiva presión, a veces convertida en obsesión, de obtener una sentencia favorable pero obviando que nuestras obligaciones para con el cliente son de medios, no de resultado. En este propósito quien más, quien menos, suele recurrir a tácticas de persuasión hasta el extremo de incluir distorsiones deliberadas de la verdad o, si se prefiere, «sucedáneos de la verdad». Pues bien, dejando aquí de lado la función instrumental de la mentira, Freud nos diría que el recurso a esta constituye una adaptación del ego, el yo consciente que busca equilibrar las demandas internas y externas. Para explicarlo de otro modo, muchos abogados ante la necesidad de mantener una imagen de sí mismos de éxito y competencia, se ven conducidos a las mentiras. Esto se alinea con el concepto freudiano de «Yo Ideal», una imagen idealizada de uno mismo que influye en el comportamiento.

La dualidad del conflicto interno

Siempre desde esta óptica del padre del psicoanálisis, la función de los abogados como intermediarios entre la verdad y la persuasión debería entonces constituir una fuente de tensión en la psicología de los abogados y la base para un conflicto emocional. Sin embargo, ocurre que son pocos los abogados que experimentan al salir de un juicio esa llamada “culpa del mentiroso». Si esto no ocurre tal vez tenga algo que ver el modo con el que la toga trasciende a nuestras almas separando, como verdadero disfraz, la vida personal de la profesional. La toga no deja de ser un disfraz, y estos tienen la capacidad de afectar la identidad, el comportamiento y la interacción social, y este punto de desinhibición igual es el que hace que un abogado con la toga puesta no se sienta tan preocupado por los asuntos moralizantes.

Igual convendría abolir el uso de las togas. De esto, de la psicología de la toga, me ocuparé en otro post. Aquí os dejo el enlace para un chiste a propósito de la mentira.

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