Aunque Freud no abordó directamente el tema de los confesionarios, sus ideas sobre la mente y el comportamiento arrojan algo de luz sobre sobre la relación entre estos y la mentira. Freud creía en la catarsis, un proceso de liberación emocional y alivio de tensiones cuyas aportaciones psicológicas en términos de enfrentamiento a la represión, descarga de la culpa y la ansiedad, y liberación emocional, son parecidas a las que se tiene saliendo de un confesionario.
Los sentimientos morales cuando se embrolla un caso con embustes o cosas del género van a juego, quiero pensarlo, con el talante de cada abogado. Para quienes les afecta sinceramente el ánimo y necesitan al salir de un juicio liberar las tensiones psicológicas asociadas a la mentira, que los hay, se me ocurre que igual convendría habilitar en uno de los rincones de los juzgados algo parecido a un confesionario. Si no podemos evitar el pecado, hagámoslo cuando menos más llevadero permitiendo su disculpa. Y para quienes regodeándose a la salida de un juicio de sus sortilegios no pierden el apetito ni el sueño, que en el próximo juicio Dios, o el juez, los coja confesados.
Claro que bien pensado, de poco sirve la redención si no va acompañado de una verdadera penitencia. Probablemente ahora se entienda mejor el chiste.
Te invito a leer este artículo donde analizo de forma más amplia la fenomenología de la mentira en los juicios y su análisis desde la perspectiva del padre del psicoanálisis: