¡En casa del herrero, cuchillo de palo! Y parece que en la casa de los jueces el cuchillo es de madera… o al menos eso dictamina el Tribunal Supremo. Resulta que el propio órgano de gobierno de los jueces ha sido condenado por no cuidar de su salud y bienestar laboral. ¡Ay, la ironía!
La sentencia de octubre de 2023 señala que, aunque el CGPJ ha tomado medidas en estos años para medir y analizar las cargas de trabajo de los magistrados, incluso medidas provisionales para modularlas, no ha atendido sin embargo de manera “completa” su obligación legal de regular este riesgo laboral que afecta a la salud de los profesionales de la judicatura tal como lo requiere expresamente el apartado 5.2 PPRL (Plan de Prevención de Riesgos Laborales Carrera Judicial). Y el fallo es claro: se condena al CGPJ a regular la carga de trabajo de la carrera judicial a efectos de salud laboral.
El tiempo dirá, pero por ahora yo no tengo mucha confianza en que esta sentencia cumpla con las expectativas de los colectivos de jueces y magistrados que promovieron la reclamación. Básicamente porque como ya se ocupa de advertir el Tribunal Supremo, el artículo 5.2 del Plan de Prevención de Riesgos Laborales de la Carrera Judicial no establece criterio alguno conforme al cual deba procederse a la regulación de la carga de trabajo de la carrera judicial a efectos de salud laboral. En esta tesitura, tengo para mí que el estudio de evaluación de los riesgos acabe reduciéndose a una mera variable, el volumen de asuntos, al margen de una auténtica identificación sobre los riesgos de carácter psicosocial en función de las circunstancias personales y del propio órgano judicial. Así que, mientras esperamos a que el CGPJ decida qué hacer con las cargas de trabajo, me pregunto si la solución será tan simple como contar cuántos expedientes hay sobre la mesa de un juez.
¡Qué bonito sería si la vida fuera tan simple como sumar y restar casos! Sin embargo la naturaleza estresante de la profesión judicial, con cargas de trabajo opresivas, aislamiento profesional y el impacto significativo de las decisiones judiciales en la vida de las personas, es algo que va más allá y exige explorar de manera mucho más sería sus riesgos psicosociales. Pero que yo sepa no se ha abordado aun en nuestro país una investigación con una base y metodología científica sólida para identificar y abordar de manera efectiva los riesgos de esta actividad, en especial, el estrés.
Una característica central de una democracia que funcione bien es un poder judicial que funcione bien. Como brazo del Estado resulta esencial que los integrantes del poder judicial reúnan los más altos estándares de integridad, profesionalidad y comportamiento ético esperados por la sociedad. Tenemos la suerte de contar con un poder judicial fuerte e independiente (aunque en los tiempos que corren algunos dirán que solo en apariencia), pero no hay que perder de vista que en cuanto fundamentalmente humano depende de las facultades y capacidades de las personas designadas para ocupar cargos judiciales. Y en este punto no descubro nada diciendo que la calidad de las decisiones judiciales se resiente si un juez trabaja bajo tensiones constantes, angustia o estrés en tanto que como humanos que son estas situaciones repercuten negativamente en su trabajo. Pueden disminuir su eficiencia en el procesamiento de la información y evaluación de todos los aspectos relevantes de un caso (capacidad cognitiva) haciendo que sus decisiones estén basadas en un información parcial o sesgada. También pueden influir en su capacidad para concentrarse en los detalles esenciales de un caso, así como en su estado emocional dificultando con ello la separación de sus propias emociones y prejuicios en la toma de decisiones objetivas. El estado físico y mental de los jueces es a su vez un factor determinante en el plano de la motivación e interés en el trabajo y puede, en fin, provocar una menor tolerancia a la ambigüedad, lo cual, en el ámbito judicial caracterizado por situaciones complejas puede dar lugar a decisiones simplificadas y menos fundamentadas.
El impacto psicológico del trabajo judicial: la primera investigación empírica de Australia que mide el estrés y el bienestar judiciales
Tuve la oportunidad de dar días atrás con un estudio que ofrece valiosas perspectivas sobre la manera de abordar la salud mental de los jueces. Los hallazgos se obtuvieron de una encuesta a 152 funcionarios judiciales de cinco tribunales australianos, y a partir de instrumentos psicométricos estandarizados y validados para una amplia gama de constructos, la encuesta, que explora en profundidad las distintas formas en que se puede manifestar el estrés en el cargo judicial, proporciona una imagen rica del impacto psicológico del trabajo judicial. En una breve aproximación diré que en sus conclusiones revela un sistema judicial que no se encuentra en una crisis de salud mental, pero si bajo una tensión considerable con tasas de angustia psicológica notablemente más altas que los de la población general y de los abogados.
No entraré en los pormenores de esta investigación. Mi intención al compartir este enlace es que los encargados de ejecutar esta condena del Tribunal Supremo conozcan esta referencia bibliográfica, a mi modo de ver muy valiosa sobre una manera efectiva de analizar la salud y bienestar de nuestros jueces más allá de una mera simplificación basada en el número de expedientes.