En un juicio por una disputa vecinal, un hombre siniestro se enfrenta al tribunal. Sus ojos fríos y cejas maliciosas denotan desapego, su piel pálida lleva las marcas de la violencia. En un juego de ironía, el juez Don Hilario con su humor mordaz domina la escena. La señora Petunia, de modales exquisitos y vestido ajustado, revela su desdén. La audiencia se sumerge en risas cuando la refinada dama se enfrenta a un dilema moral. Una historia de contrastes y teatralidad en el sistema judicial. Te invito a leer este relato:
Dubitatio rationabilis
Una de las anécdotas que más me ha hecho reflexionar sobre la abogacía...