M
Desayuno con un abogado

El miedo y la ansiedad del cliente

No cabe duda de que el síntoma dominante en muchos de los que acuden a la consulta jurídica, tengan o no razón, es la ansiedad.

¿Qué me pasará? ¿Qué dice la ley? ¿Me van a condenar?

Una ansiedad explosiva, convertida en verdadero desorden emocional, casi pánico, o una ansiedad larvada que sólo se manifiesta sutilmente en algunos rasgos faciales, en el tono de la voz o en sus preguntas en el despacho o en el pasillo de los juzgados. Los abogados pensamos que la gente viene a nuestros despachos a resolver su problema jurídico, y creo que andamos un tanto equivocados.

Cuando uno quiere construirse una casa va al arquitecto, lo mismo que cuando desea hacerse un traje acude al sastre o a la modista. Desde esta perspectiva, si me preguntan por qué la gente va al abogado diría que su interés está en que le solucione determinado conflicto jurídico. Excluyo, claro está, aquellos casos en los que el objetivo es redactar un contrato, fundar una sociedad, otorgar un testamento, etc. El individuo se siente agredido por otro, percibe que el otro se interpone en su camino hacia la satisfacción de una necesidad y demanda del abogado la eliminación de dicho obstáculo mediante los procedimientos técnicos que sólo éste posee y puede ejercitar.

Lo que sucede es que esta agresión u obstrucción suele provocar generalmente en el cliente una tensión emocional que se resuelve en estos dos movimientos afectivos:

1. Una vivencia exigente de interpretación. ¿De qué se trata? ¿Qué dice la ley? ¿Qué me pasará? Expectativa hacia lo venidero y oculto.

2. Una ansiedad derivada del propio enfrentamiento con otro ser humano, al margen, por tanto, del peligro de perder algo en la contienda. Donde más se aprecia esta ansiedad es cuando los dos rivales se encuentran en el Juzgado para declarar o intervenir en un acto judicial, como puede ser el juicio. En no pocas ocasiones se miran con una mirada mucho más participativa que hostil. Es decir, como si ambos se sintieran culpables de algo. Incluso en ocasiones se saludan y se dan la mano tímidamente.

Ni que decir tiene que la gente que va al arquitecto o al sastre no acude con todo este bagaje emocional que acabo de describir. Ahora bien, esta ansiedad, como toda emoción, no deja de representar un mecanismo de puesta en marcha de todo un complejo proceso defensivo. Es la reacción propia de una situación de stress por la que el organismo humano se apresta a la resistencia o a la acción contra el ataque.

83 visitas
Deja un comentario o Comparte una anécdota

El Cliente

Más artículos

El suicidio moral

¿Mejor un arreglo que un pleito?  Enfrentado al conflicto una persona...

error: Contenido con Copyright