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Desayuno con un abogado

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La justicia y el sentido común: ¿siempre van de la mano?

Las brujas de Salem

A menudo se cree que la justicia debería reflejar el sentido común, esa intuición colectiva que nos dicta lo que es correcto y justo. Sin embargo la realidad es que la justicia opera bajo una lógica propia que a veces desafía lo que consideramos sentido común. Esta discrepancia puede generar frustración e incomprensión, pero es crucial entender que lo que parece razonable para una persona no siempre se traduce en una decisión judicial favorable. Existen numerosos ejemplos históricos y legales en los que el sentido común ha sido desmentido por la evidencia científica o la aplicación estricta de la ley.

El Sol y la Tierra: un ejemplo clásico de sentido común equivocado

Durante siglos la creencia de que el Sol el que giraba alrededor de la Tierra fue aceptada como una verdad indiscutible. Para los observadores de la época parecía lógico: el Sol salía por el este y se ponía por el oeste, lo que sugería que giraba en torno a nuestro planeta. Sin embargo esta creencia respaldada por la autoridad de la Iglesia y la tradición fue desmentida en el siglo XVI por Nicolás Copérnico, quien propuso el modelo heliocéntrico, y posteriormente por Galileo Galilei.

La espontaneidad de la vida: La creencia en la generación espontánea

Durante gran parte de la historia se creyó que ciertos seres vivos podían surgir de manera espontánea a partir de materia inanimada. Este sentido común llevó a aceptar que los ratones se originaban de los trapos sucios, o que las larvas aparecían de la carne en descomposición. La idea de la «generación espontánea» fue ampliamente aceptada hasta que científicos como Francesco Redi y, más tarde, Louis Pasteur, demostraron mediante experimentos controlados que la vida no surge de la nada sino que proviene de otros organismos vivos.

El caso de las “Brujas de Salem»

Ya en el plano judicial, uno de los ejemplos más notables de cómo la justicia ha seguido el sentido común para luego descubrir que este estaba completamente equivocado es el caso de los juicios por brujería en Salem, Massachusetts, en 1692. En esa época el sentido común dictaba que ciertas conductas y comportamientos extraños eran señales de brujería, una creencia ampliamente aceptada en la sociedad puritana. Esta forma de pensar llevó a la ejecución de 20 personas y al encarcelamiento de muchas más bajo la acusación de practicar la brujería.

El juicio de las brujas de Salem fue impulsado por el temor y la superstición, basados en la «lógica» de la época que sostenía que aquellos que mostraban signos de «posesión» o comportamientos no convencionales debían ser brujos. Siglos más tarde estudios científicos y sociológicos demostraron que los síntomas que las «brujas» manifestaban podrían haber sido causados por enfermedades mentales, intoxicación por hongos o simplemente por comportamientos que no encajaban con las normas sociales de la época.

El cliente: cuando el sentido común conduce a la frustración

Cuando el fallo no coincide con el sentido común del cliente, la reacción inicial suele ser de frustración. «¿Cómo es posible?», se preguntan muchos. «Esto no tiene sentido». Esta discrepancia puede llevar a una sensación de injusticia, y es en estos momentos cuando el papel del abogado se vuelve crucial. Un abogado debe no solo defender los intereses legales de su cliente, sino también ayudarle a comprender la lógica detrás de la sentencia, contextualizando la decisión dentro del marco jurídico y explicando por qué, en muchas ocasiones, la justicia es contraintuitiva.

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