En ocasiones los clientes acuden tan solo al despacho con el deseo de que el abogado les diga si tienen o no razón. Pero este es un reto que ningún abogado debería asumir a la ligera haciendo oído sordos de lo que el poemario universal, con gran sabiduría, dejó escrito en la Ley de Campoamor:
Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira
El cliente desea conocer si el banco con quien contrató su préstamo hipotecario está obligado a devolverle los intereses por la contratación de la cláusula IRPH, y espera le digas que sí porque ha venido a verte con la paga y señal de su nuevo coche. O simplemente quiere que le digas si el vecino de arriba está obligado a pagarle los estropicios de la inundación causada al dejar abierto un grifo; si el propietario de la finca actúa o no dentro de la ley al aumentarle el alquiler por unas obras de mejora no pedidas; si le pueden despedir por echarle el ojo en horario de trabajo a una página subida de tono…
En todos estos casos, el cliente busca una validación de su postura, esperando que el abogado confirme que lo que considera es justo y lógico. Es decir, no solo quiere saber si tiene razón; también espera que el abogado le ofrezca una perspectiva que reitere su percepción de la injusticia de la situación y de las acciones de la parte contraria, ya sea el banco, el empresario o el vecino.
En algunos casos, tras recibir esta confirmación, la preocupación por las posibles consecuencias materiales del conflicto puede resultar secundaria. El cliente podría pensar, «no quiero, ni mucho menos, emprender un pleito por esta ‘tontería’, pero tampoco quiero que piensen que soy ingenuo«. Este sentimiento refleja una combinación de deseo de justicia y una aversión a ser percibido como alguien que acepta injusticias sin más.
Esta actitud es análoga a la que a veces muestran los pacientes al visitar al médico. Muchos llegan con una idea preconcebida sobre su diagnóstico después de haber investigado extensamente en internet. Al igual que los pacientes que buscan confirmación de su autodiagnóstico, los clientes a menudo llegan con la expectativa de que el abogado respalde su visión particular del problema.
El abogado debe guiar al cliente brindando no solo una evaluación honesta de la situación, sino también la orientación necesaria para tomar decisiones informadas, siempre recordando que la percepción de la justicia y la verdad puede variar ampliamente según la perspectiva de cada individuo.