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Desayuno con un abogado

Brunch Legal / Divagaciones y Hablillas /

Buenos días

Se cuenta entre bastidores que en un rincón apartado en el Palacio de Justicia hay una sala de vistas en la que ocurren cosas impensables. Paladín de la arcadia soñada, parece ser que las cosas transcurren fuera de lo común. En un ambiente solemne, con una atmosfera de respetuosa familiaridad, visten sus togas con total corrección tres magistrados y unos letrados privilegiados por su cultivado prestigio. Aquellos, con mirada autoritaria pero afables en el trato, escuchan con menestral interés los alegatos de estos, respetuosamente expuestos, con elegancia y donosura, apegados a lo esencial, sin divagaciones ni oratorias de postín, unos y otros convencidos de su razón y con ademanes en sus brazos dignificados por sus lustradas togas. De ese rincón mágico se dice que al terminar jueces y abogados se hablan amigablemente y se saludan al despedirse con muestras de afectuosidad.

¿Qué se puede decir de la Justicia cuando algo tan normal y propio de la gente civilizada que acude en su auxilio se relega a lo excepcional?. Por alguna extraña rareza, los abogados entre nosotros, y con los jueces, acostumbramos a saludarnos con frialdad cuando no con una simple convulsión y contracción en los músculos de la cara parecida a una sonrisa pero que disimula otra clase de sentimientos. No creo que se obtenga ningún provecho manteniéndose los abogados y el juez a una distancia sospechosa entre ellos. Nada que ver con ese gentil y cercano «buenos días» con el que me recibe a diario Agatha en el mostrador de la cafetería.

Buen provecho!

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