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Desayuno con un abogado

La minuta del abogado, una cuestión de canas

El valor subjetivo del tiempo en la práctica legal

En la sala de tribunal el eminente abogado Gonzalo Torres observó a Valerio, a quien la magistrada acababa de ordenar que se pusiera en pie:

— El señor Torres reclama la suma de 40000 euros por su dictamen jurídico. ¿Por qué se niega a pagar?

El magnate, con gesto altivo, respondió con desdén:

— No considero justo desembolsar esa cantidad por un dictamen jurídico que elaboró en apenas tres horas.

La jueza se volvió hacia el abogado y le preguntó:

— ¿Es esto cierto, señor Torres?

Éste, con una sonrisa astuta, replicó: — No, señoría. Permítame corregir el malentendido.

El abogado, con su habilidad innata para la oratoria, desplegó una narrativa persuasiva para hablar de su experiencia y de las décadas dedicadas a la práctica del derecho, y concluyó su exposición diciendo:

— La excelencia no se mide solo por el tiempo, sino por la sabiduría y la destreza acumulada a lo largo de los años. Mi dictamen es la culminación de una vida dedicada al arte de la ley a través de la lectura de la jurisprudencia. Valerio acudió a mí consciente de que poseo una larga y exitosa trayectoria profesional. Su elección fue deliberada, guiada por la percepción de que, en mis manos, encontraría no solo un abogado, sino un experimentado en el arte de la ley. Sin embargo, cuando llegó el momento de saldar las deudas, la perspectiva de este hombre se vio poseída por su avaricia desmedida.

Al cabo de media hora la jueza entró de nuevo en la sala y pronunció su veredicto de condena al pago de los 40. 000 euros. El distinguido abogado Gonzalo Torres, en un acto de elegancia propio de su maestría legal, abandonó la sala con una reverencia profunda hacia la jueza y el público, dejando tras de sí la estela de un triunfo merecido. Un sutil guiño dirigido a su ex cliente puso el punto y final.

*

La historia de este juicio trasciende a la percepción subjetiva del tiempo. El cliente argumenta que la minuta es excesiva atendiendo a la aparente brevedad del tiempo invertido en el dictamen, revelando una perspectiva utilitarista del tiempo. Por el contrario, el abogado desafía esta noción cuantitativa al presentar una visión más holística del tiempo, sugiriendo que su obra es el resultado de décadas de experiencia acumulada.

Este conflicto plantea una pregunta interesante en el ámbito legal que suele estar presente cuando en ocasiones el cliente nos discute la minuta. ¿Es el valor de un servicio proporcional al tiempo empleado o se encuentra en la experiencia adquirida a lo largo de los años? La respuesta implica una reflexión profunda sobre cómo valoramos el tiempo y cómo este se entrelaza con la calidad de la labor desempeñada.

Desde una perspectiva filosófica, el planteamiento del abogado puede relacionarse con la noción de «kairós», un concepto griego que denota el tiempo oportuno, el momento propicio. Al afirmar que ha empleado tantas décadas a su trabajo, está sugiriendo que su dictamen no solo es el resultado de un esfuerzo temporal, sino también de un discernimiento intemporal acumulado. Aquí, el tiempo se convierte en una entidad compleja, más allá de la simple medida cuantitativa, adquiriendo una dimensión cualitativa que subraya la importancia del momento adecuado para la excelencia jurídica.

En fin, de esto se trata, de hacerle ver al cliente que hay que discernir en la minuta esta intemporalidad por la que puso su confianza en nosotros. Claro que para esto hace falta exhibir unas buenas canas.

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